Qué solos se quedan los muertos

Dilecto Kasper:

la pasada noche, según parece, se murió Ana María Navales. No debía andar muy bien de salud.

Aprovechando que hoy no hay fútbol por la tele, me he dado una vuelta por la blogosfera, en busca de las reacciones de la res poética más cercana ante la pérdida de la escritora. Y excepto un par de referencias, parece que es el silencio lo que ha acompañado a la difunta en sus primeros pasos de tránsito de un mundo a otro.

Vale, me dirás que es una noticia reciente, y que muchos todavía no se han enterado. Seguramente; aunque me extraña esa falta de agilidad de quienes postean casi a tiempo real cuando les sale un grano en el culo, o cuando tienen una regurgitación poética (que muchas veces es casi lo mismo).

Me parece muy sintomática esta generalizada ausencia de voces en el páramo. Ausencia que, estoy seguro, se irá mitigando poco a poco. Ya te iré contando.

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