Mensaje navideño

Dilecto JotaJota

no sabes en cuánto aprecio tu interés por cómo me van las cosas. En realidad, y para ser más honesto, aprecio tu interés y el de un montón más de gente. Estas fechas navideñas serían una buena oportunidad para hacer una lista de saludos y felicitaciones, pero pensándolo mejor, quizá no. En esto de las listas hay que tener cuidado en no dejarse fuera a alguien, que puede acabar molestándose ante un involuntario olvido.

Siempre me había hecho gracia esa gente que, cuando llega el final de año, se dedica a hacer una lista con las diez lo-que-sea que resumen los doce meses precedentes --o la década pasada, como está de moda estos últimos días--. Ahora admiro a esas personas, porque yo mismo me animé a hacer una lista de lo mejor del año en el enjuto panorama literario aragonés, y no ya diez, sino que me las he visto y deseado para encontrar dos o tres dentro de la atonía generalizada que aqueja al blogorreino en los últimos tiempos. Así que para concluir el año, me dedicaré a la crónica social para hacer glosa de los últimos premios literarios que se han fallado por aquí.

Mi primer parabién va para Miguel Ángel Yusta, asiduo palmeador en escenarios varios y buen practicante de la amistad oral, que se llevó el premio de poesía del Gobierno Civil. Por lo menos, Yusta domina la copla, algo que no pueden decir otros poetarados que lo único que merecen del Gobierno Civil es que los enchironen y los dejen incomunicados. Vaya también mi felicitación para Santos Damián Rodríguez, a quien le dieron el premio Miguel Labordeta de poesía. Reconozco que no conozco a este señor, y me da la impresión de que poco vamos a oír hablar de él, puesto que es de Cáceres y, por lo tanto, no entra en el círculo autofelatorio de los poetas aragoneses que se dejan oír por ahí. Pero no debe ser mal poeta el tal Rodríguez, porque en el jurado del premio estaba Manuel Vilas, que se está jartando de salir en los medios de comunicación explicando cómo ha escrito una novela que es moderna de la muerte con técnicas de hace 50 o 60 años.

He dejado para el final el premio de las Letras Aragonesas que le han dado a José Luis Borau. Pero en este caso mi felicitación no es para Borau, que seguramente merece muy mucho el premio. No, la felicitación es para toda la ciudadanía, ya que se ha conseguido que la democracia llegue a los premios literarios. Solamente con ver quién formaba parte del jurado, es evidente que cualquiera puede serlo. Ah, ¿qué no saben quiénes integraban ese jurado? Pues no se preocupen, que era público: Manuel Martínez Forega, Ramón Acín, José Luis Melero, Fernando Alvira y Carmen Ruiz Fleta. Que cada cual saque sus propias conclusiones.

Con esto doy por terminada mi crónica social. Pero no me olvido de los muchos comentarios que siguen salpicando este humilde rincón. Esta vez comenzaré por el último dejado en mi entrada anterior, y que me ha dejado profundamente entristecido. Un palurdo anónimo me acusa de ser aburrido, y de borrar los comentarios jugosos. Qué decir ante tales cargos: a quien le parezca aburrido, le aconsejo que se vaya al cine, o que lea algún libro, y que no esté al acecho de lo que se escribe en una bitácora. Y en cuanto a que borro los comentarios jugosos... pues a lo mejor va a tener razón, que borro los comentarios jugosos e inteligentes y se quedan los estúpidos como el suyo. O los de quienes se empeñan en identificarme, y que van del delirio político a la especulación asociativa. A todos aquellos que cuando les señalan la luna se quedan mirando al dedo también les recomiendo la lectura de cualquier libro. Por ejemplo, la Biblia (Marcos, 5, 9) es una buena elección.

Mención aparte merece uno de esos comentaristas que afirma haberme visto, no sólo a mí, sino a mí en compañía de Quidam Lector, en carne mortal y "en cierta presentación petarda, entre músicas populares y recitados omitivos, entre bostezo y bostezo". Interesante escenario, señor Anónimo, el que aporta usted, que sin embargo no me parece el más atractivo para asistir, solo o en compañía de otros. Además, su razonamiento de que "es posible que QL no supiera que la persona que tenía a su vera era DB, y viceversa" le hace acreedor de un premio más merecidamente que cualquiera de los que he citado últimamente por su claridad de ideas. Aunque lo que más gracia me ha hecho es cuando se pone en plan macarrita al final de su gloriosa intervención, cuando suelta: "hay gente muy violenta por ahí, así que tened cuidado en el futuro". En eso tiene razón, hay que tener cuidado con la gente que amenaza a quien le critica. Por eso, y como desgraciadamente los imbéciles abundan más de lo deseable, acabo este mensaje navideño con un bonito juego que me ha dejado Papa Noel para que se les quiten los nervios a los descerebrados, y dejen de decir sandeces.

Versos con valor

Venerado Radmusen:

qué mejor forma hay de pasar un fin de semana otoñal que junto al amable fuego de una chimenea, una copa de brandy generoso en la mano y la oportunidad de degustar literatura de alto nivel. Así me tomé yo la noche sabatina, en la que me llevé la sorpresa de que un alma noble ha vuelto a deposicionar unos versos en el espacio que yo dejo para que los amables comentaristas puedan satisfacer sus necesidades comunicativas.

Pero, ¡ay!, que me da que en este mundo traidor hay mucho cabroncete suelto, como el Anónimo que nos ha regalado esa pieza titulada "Los insurrectos". Cabroncete, digo, en su acepción de juguetón, travieso y malo, porque deja ahí un pedazo de poema, y compónganselas ustedes. Al igual que a miles de lectores, a mí me ha corroído la curiosidad de saber quién era el autor de semejante obra. Quién lo dejó en este blog es otra historia, sin mucha complicación de resolver; pero yo respeto escrupulosamente la voluntad anónima de ese benefactor.

Así que me puse en contacto con Milagros del Corral, Directora General de la Biblioteca Nacional de España, a quien conozco desde hace tiempo. Apenas le leí un par de versos del poema, y ya no hizo falta más para que me diese buena cuenta de él: autor, filiación, e incluso una valiosa opinión personal. Además, me envió por fax el texto íntegro, porque es un poema extenso. Los dieciocho versos que han puesto aquí son una buena muestra de cómo se desarrolla el resto, así que no me voy a molestar en copiarlo. Solamente apuntaré que me han dicho de buena fuente que el curso que viene este poema se incluirá en los libros de texto de Educación Infantil como ejemplo del recurso barato de apelar a referencias "generacionales" sin ton ni son, para pasmo de algún que otro pardillo.

Y en cuanto a la autoría, le seguiré el juego a quien nos ha donado estos versos, y no iré más adelante. Pero dejaré una pista, como hacía Mayra Gómez Kemp en el 1-2-3 (otra referencia que el poetarado se ha dejado, lamentablemente). Unos versos más adelante, el poema sigue con gallardía en los siguientes términos:


Nosotros: divinos Voladores o Domadores
onanistas de fotos de Jane Birkin
rayones de vinilos de Cohen
aprendices de idiomas,
aspirantes a Guinda, Forega o Vilas
 Uno echa en falta el conmovedor "y saludo a mi papá y a mi mamá". Pero la pista más clara se encuentra en el último verso, en el que el autor se confiesa aspirante a Guinda, Forega y Vilas. Desde luego, el autor ha demostrado en más de una ocasión su maestría aspirándosela a los tres antecitados. Y a muchos otros. Claro que, en su caso, le ha dado buenos resultados. Y es que hasta para ser chupapollas hay que valer.

Varios premios

Admirados Durand & Dupont:
aprovecho para poneros unas líneas a los dos a la vez, que hasta la tinta en Internet está cara. Me siento un poco ofendido por vuestras preguntas, por mucho que os escudéis en que sois de fuera, y que no comprendéis nuestras costumbres ni los derroteros que a veces toman los comentarios de esta bitácora.

Hace unas semanas os hubiera dicho que lo mejor era que no le hicieseis demasiado caso ni al blog ni a los comentarios, ni mucho menos a los comentaristas. Pero esto debe ir por modas, como los cortes de pelo, y hete aquí que de pronto todo esto se ha animado. En puridad, habría que precisar que quienes se han animado son los que pasan por aquí, muchos de los cuales, unas veces seguramente por modestia, otras por prudencia, preferían ver, oír y callar. Como los monos esos que venden en tiendas de chinos.

Esta fue una de las razones por las que en mi anterior entrada --aviso para ansiosos: nunca digan la última, por Dios--, quise proponer un inocente juego de diálogo con mis lectores. Como ha quedado claro, la mayoría de ellos ha demostrado no tener ni siquiera entendederas para entrar en el juego. Pero de estos ya hablaremos más adelante. Por ahora, procedo a darle el premio Avispado de la temporada a Quidam Lector con sus recomendaciones de que se use Google para disfrutar en toda su plenitud del texto que dejaba yo en mi anterior entrada. Y vaya la Mención Especial a las Capitanas del Cierzo, tan orgullosamente bolleras ellas.

Hablando de premios, también ha salido en los últimos comentarios el que le dieron a Forega por haber demostrado que ha leído a Valéry. Me alegro del Gallifante que le han otorgado, porque no me gusta que a la gente se le quede cara de tonto, y Forega es muy listo. Lo único que me preocupa es que a la Mari Trini del Moncayo se le vayan a gastar los premios. Pero no va a ser así, ¿verdad?




Y como me siento generoso, vaya un último premio de consolación al aguerrido fulano que me ha metido en una camisa de fuerza y me ha enviado al silencio, la nada. Su pulso narrativo ha sido impecable a lo largo de los días: primero anticipaba sutilmente el desenlace, clamando para que se me llevaran "los enfermeros [sic]". Luego hacía una simpática etopeya de este modesto servidor de ustedes, dejando briosas pinceladas que me equiparaban a "lenguas viperinas, frustrados, masocas y escoria social reprimida". Parece el cartel de un concierto de la Sala Arrebato. No esta mal. Ya esperaba yo con ansiedad --provinciana, claro-- el siguiente ictus del fogoso anónimo, que por fin pareció darse por vencido ya que no se le hacía el caso que merecía: el cierre en falso de su trilogía, más ambiciosa que la de Millenium, me ha hecho saltar las lágrimas. Bien es verdad que quien me conoce sabe que tengo la lágrima fácil.

Vaya, por ir concluyendo, una señal de reconocimiento a otro comentario, éste de aquí, que se ha ganado por lo visto las iras de Quidam Lector, si no he entendido mal lo que le contesta aquí. Bastante tiene el anónimo comentarista con escribir con un teclado defectuoso (porque sus defectos de escritura los atribuyo al teclado, y no a su cabeza, claro), y aún tiene los cojones de escupir en la cara de los otros anónimos por serlo, igual que lo es él. En fin, una estremecedora pieza de teatro del absurdo, lástima que sea irrepresentable. Yo le aconsejo a su autor titularla "Vínculo de verdad".

Por cierto, que grima se puede dar de muchas maneras.

Calentando motores

Amigo Burden:

desde que nos encontramos en el concierto de Amaya Montero el pasado 15 de octubre (yo fui a ver a la telonera, claro) le estoy dando vueltas a lo que me dijiste. Que si lo único que hago es criticar, que si se nota que soy un resentido, que si soy un vago, porque escribo de pascuas a brevas… Esto último fue lo que más me dolió, y me impidió gozar del concierto, de lo que quedaba de fiestas del Pilar, y de todo el mes de octubre. Lo malo es que viendo las fechas de mis entradas, es verdad.

Es verdad, y además no consigo quitarme la pereza de encima. Supongo que a estas murrias contribuye que últimamente la blogosfera literaria aragonesa esté, bajo mi humilde punto de vista, de capa caída. Así que he decidido darle un vuelco de 360 grados a esta bitácora, y dedicarla a otros menesteres más creativos. Hace unos meses, unas autodenominadas Capitanas del Cierzo dejaron por aquí un autodenominado poema suyo para que tuviera a bien comentarlo. Ahora voy a ser yo quien exponga al criterio de los curiosos lectores el argumento de un relato, en un alarde de interactividad y participación literaria facilitada por las nuevas tecnologías. Aquí va el argumento:

En el 2037, un académico llamado Jeremías es invitado a Montevideo para dar una conferencia sobre representaciones artísticas del fin del mundo patrocinada por una sociedad secreta llamada los Últimos Embajadores. Los Embajadores, sin embargo, son los gestores de una enfermedad llamada Sida Barcelona que provoca alucinaciones relacionadas con crímenes del pasado. Poco a poco, sale a la luz que en realidad lo han invitado por su oscura relación con una estafadora y asesina sexual. Todo encerrado en un paréntesis de inestabilidad ontológica a medida que la lógica alucinada del Sida Barcelona se va adueñando del relato.
Espero comentarios.

La cola de Cohen

Conciudadanos todos

he dejado pasar unos prudenciales días para que los ocasionales visitantes de este modesto sitio dejasen a millares sus opiniones laudatorias sobre un poema con el que un generoso comentarista anónimo enriqueció mi gárrula bitácora. Me refiero, claro está, a este comentario, y al poema de Fernando Sarría que contiene. Compruebo sin embargo que el silencio ha sido casi la tónica general, y en cierto modo lo comprendo, ya que los versos copiados (qué digo copiados: ¡donados!) dejarán mudo a cualquiera que tenga una mínima sensibilidad. No obstante, como es de bien nacido el ser agradecido, seré yo quien se tome la molestia (qué digo molestia: ¡placer!) de glosar esa deliciosa muestra de arte.

Lo primero es lo primero: un poema que comienza diciendo "Esperar en la cola de Cohen, ¡somos tantos!" está más allá del bien y del mal. Tamaña delicadeza no tiene parangón ni en El jardín perfumado, ni el Kamasutra, ni siquiera en La pasión turca de Gala. El autor consigue un non plus ultra de la literatura erótica, y  hace que los lectores nos preguntemos si los que esperan lo hacen debajo, o subidos encima de la cola de Cohen. Una versión ilustrada del poema seguramente serviría para enderezar (nunca mejor dicho) el entuerto. Yo animo a Fernando Sarría que en una necesaria segunda edición incluya un grabado en el que, por qué no, a la cola también podrían añadirse los cojones de Cohen.

El poema, además, deslumbra por su riqueza rítmica. Tanto que más que poema se lo podría calificar de catálogo de versos, porque los hay de todos los tamaños, con una acentuación que es una sorpresa continua para el lector, que nunca estará seguro dónde caerá la siguiente sílaba tónica. De la rima no hace falta ni acordarse; no la usan los poetas de medio pelo, así que mucho menos un poeta con mayúsculas, como fernando Fernando Sarría. Un poquico de eufonía de cuando en cuando, y arreando.

Pero lo que a mí me parece que hace inmortal a este poema es su vertiginosa versatilidad. No se me escapa que su autor lo ha escrito inspirándose en el reciente concierto que Leonard Cohen dio en Zaragoza (hay quien dice a los amigos: "El otro día fui al concierto de Leonard Cohen", y ya está; otros tienen que escribir un poema para expresar lo mismo que las nueve palabras de la anterior frase). Sin embargo, los versos son de tal naturaleza que valdrían para cualquier otra circunstancia. Comprobémoslo. El original (¡y tanto!) dice:


Esperar en la cola de Cohen, ¡somos tantos!,
movidos a una como un álamo en el aire,
- ¿por qué todos los vientos traen otoños aferrados a las nubes? -
preparados para deshacer todas las caricias y rehacerlas de nuevo,
así son los verbos que forjan la trama,
los que hacen de la noche “lo inolvidable”.
Pero si cambiamos alguna de las palabras que lo hacen circunstancial, quedaría algo así:

Esperar en la fila del Ikea, ¡somos blancos!,
movidos a una como un rábano en el aire,
- ¿por qué vienen tan contentos los labradores? -
preparados para deshacer todas las Letizias y cascarles un huevo,
le pregunté por el precio a la madama,
para hacer de aquella noche “lo inolvidable”.

Como puede observarse, no ha perdido ni un ápice de su fuerza poética, que se mantiene igual de poderosa que en el original. Eso solamente es capaz de hacerlo un poeta con una sensibilidad como Fernando Sarría; un poeta que construye un verso como "Su voz, la de él, es del silencio, la llama en el instante", con ese necesario "la de él", para que ningún lector pigro pueda pensar que está hablando de Juanita Reina.

Por ello, y con esto acabo, anuncio que ya me he puesto en contacto con las oficinas centrales de Google en Mountain View (California) para que modifiquen sus archisecretos algoritmos de búsqueda, de manera que cuando alguien busque "genial obra maestra de la poesía contemporánea escrita con motivo de la visita esa misma semana de un conocido cantante de voz profunda y repleta de versos que valdrían para cualquier otra circunstancia", el resultado único sea este poema de Fernando Sarría, al cual Google redireccionase acompañado de la bonita tonada "Sisters of Mercy". Del mismo modo, también he dado instrucciones de que cuando alguien busque imágenes de "enorme poeta entre muchos", el primer resultado sea una foto del careto de Fernando Sarría.

De nada.




Actualización del sábado por la mañana:
Leo en la prensa que a Leonard Cohen le dio un jamacuco en su concierto de Valencia, y tuvieron que llevárselo del escenario. Por supuesto, animo a Fernando Sarría para que haga un poema sobre ello, y le brindo este espacio para que lo publique.
De nada, de nuevo.

La verbena de la paloma

Para el Anónimo que en la entrada anterior pedía algo de música, aquí va mi aclamada imitación de Johnny Cash:
boom-chicka-boom, chicka-boom, chika-boom, boom-chicka-boom, chicka-boom, chika-boom.... Hello, I'm Dalton Bert... boom-chicka-boom, chicka-boom, chicka-boom....
Y una vez satisfechas las peticiones musicales, pasemos a otros temas. Apenas hace unos días, señalaba cómo el verano parecía haber deshecho los desechos intelectuales del Blogorreino de Aragón (con permiso de Quidam Lector, voy a apropiarme de ese término tan inspirador, aunque blogorreino me recuerde algo a blenorragia), y advertía también yo de que había una facción de inasequibles que seguían obcecados en exhibir cuán paletos podían llegar a ser. Aducía un ejemplo de ello, ejemplo que recientemente ha dejado obsoleto el mismo dueño de la misma bitácora, demostrando una vez más que no hay nada más peligroso que un tonto con iniciativa. Fiel al tan castizo lema De echarla, echarla gorda, este buen hombre está consiguiendo lo que seguramente era su máximo anhelo, además de publicar en Alfaguara: convertirse en un icono generacional de referencia. Lástima que no tenga tan asimilada la poca distancia que hay entre el icono de referencia y el monigote de pacotilla, papel que borda con nota alta.
 
En lo que no estoy ya tan de acuerdo es en otras apreciaciones de Quidam Lector, como la que parece insinuar que el Blogorreino es un desierto. Pero hombre, ¿acaso si Aragón fuera un desierto cultural hubiera aparecido un sitio como éste? Ya sólo su nombre, Una morena y una rubia, es prometedor para tanto comentador baboso a quien se la pone dura cualquier niña que diga hacer versos. Pero es que además, menuda rubia y menuda morena son estas dos: la morena es Eva Puyó, autora única de un librico, Ropa tendida, que obtuvo enfervorecidas críticas de sus amigos. Además, tiene la virtud de ser una mujer que acepta sin quejas tener exceso de grasa encima. Y la rubia no es sino Aloma Rodríguez, autora única de otro librico, París Tres, y cuya sonrisa es lo único más grande que su talento. Las dos son parientes, ya que las dos han publicado sus libros en Xordica, es decir, donde lo han hecho sus novios, hermanos, padres, etc. Pero eso no es pertinente para lo que ahora nos ocupa, que es celebrar la magnificencia de estas dos vestales de la cultura aragonesa, que ponen a disposición del resto de los mortales un caleidoscopio de propuestas que nos enriquezcan el espíritu. Guau...
 
Así que ya saben, amigos: sean fieles a la página de la morena y de la rubia, como estos infelices de la vida, y cuando en el bar les comenten que va a haber una cena de escritores en Casa Emilio, podrán decir esto con la cabeza bien alta.

Todo pasa y todo queda

Dilecto Marius:

leí ayer el correo electrónico que me enviaste a principios de agosto. No te creas el único que ha gozado de vacaciones durante estos meses. Yo también las he aprovechado para descansar y para ver mundo, siguiendo el consejo que me dio hace años mi abuelo.
Hay algunos placeres particularmente agradables de estar fuera durante un tiempo: por ejemplo, la sensación que sientes al volver a casa, reencontrarte con las cosas que dejaste, y paladear la certeza de que nada ha cambiado. Es exactamente lo que me ha sucedido al regresar por aquí. Las cosas están prácticamente igual que antes del paréntesis estival. En todo caso, podría decirse que algo han mejorado, porque como mucha gente se ha cogido vacaciones, no ha tenido tiempo de escribir para demostrar lo tontos que son. Aunque siempre ha quedado algún listo que ha organizado teatrillos para solaz de veraneantes. Es el caso de la Mari Trini de la poesía aragonesa y sus encuentros de Veruela. Encuentros que cada año son más difíciles de encontrar y seguir, porque nadie se entera de que se celebran, excepto los cuatro estalentaos de siempre. Bueno, y algún funcionario contable de la Diputación de Zaragoza, a quien la jefa de la Editorial Gallifante le mandará su número de cuenta con todo su amor. Eso sí que es poesía, y lo demás monas pintadas.

Pero no te apures. Estoy convencido de que es solamente cuestión de tiempo, unos días a lo sumo, para que todo vuelva a la normalidad o, si me permites un chiste ya muy gastado, a la anormalidad. Lo único, guárdate toda la paciencia que puedas para poner buena cara cuando los conocidos te enseñen las fotos de donde han estado, mientras que cuentan lo bien que se lo han pasado. ¿Hay algo más odioso que eso? Sí, que un pavo lo haga directamente desde su propio blog, y encima haya gente que le ría las gracias. Y es que hay cosas que ni da la naturaleza, ni presta Salamanca, ni leches.

Listas y listos

Estimado señor Kaspersky:

no sé cómo ha conseguido mi dirección, y no estoy interesado en los productos que usted publicita. Como bien dice, últimamente los comentarios de este blog parecen obra de algún sistema automático de spam, pero prefiero apechugar con ello antes que coartar el libre derecho de los cibernautas a que dejen sus ocurrencias, por peregrinas que éstas sean, debajo de estos textos que modestamente escribo. Además, algunas de esas ocurrencias no dejan de ser muy ilustrativas, aunque dudo de veras que sus autores tuvieran esa intención.

En la última tanda de colaboraciones externas de esta bitácora hay una buena muestra de ello. Los comentarios básicamente pueden dividirse en dos tipos: los que me jalean con profusión, como en el caso de Vinton Cerf (curioso pseudónimo, y muy sonoro por cierto) y de Osiris, y los que se dedican a apostillar, añadir, elucubrar, predicar, reprender y responder. Ése es Quidam Lector, inasequible al desaliento y a las censuras que ha de sufrir el pobrecillo.

Hay un último comentario en la entrada anterior que me ha llamado particularmente la atención; además, se aleja de las dos morfologías anteriormente enumeradas. Es escueto y, en principio, no viene a cuento del resto. Me parece que lo más razonable es que lo copie aquí:


ASOCIACIÓN ARAGONESA DE ESCRITORES.
JUNTA DIRECTIVA:
PRESIDENTE: José Luis Corral
VICEPRESIDENTE: Manuel Vilas
SECRETARIO:Manuel Martínez Forega
VOCALES:
Francisco Javier Aguirre
Luisa Miñana
Angélica Morales
Miguel Ángel Ortiz
Fernando Sarría
Miguel Serrano Larraz
Ricardo Vázquez-Prada
Miguel Ángel Yusta
Dirección de la revista: Ricardo Vázquez-Prada
Presidente de Honor: Rosendo Tello

Eso es todo. Ignoro cuáles son las intenciones del "Anónimo" que lo ha dejado; ¿forma él mismo parte de la Asociación Aragonesa de Escritores, y quiere publicitarla? ¿O simplemente dar a conocer quiénes forman la cúpula de tan magna institución? En todo caso, hay que reconocer que la lista no tiene desperdicio: entre mamporreros, quiero-y-no-puedos, gente que escribe con una mano mientras se toca con la otra, ilustres desconocidos a pesar suyo, sec(re)tarios y nombres que si ya no han llegado a nada, mejor que lo dejen, la lista es de lo más edificante.

Una cosa sí que hay que resaltar: esta Junta Directiva está al tanto de las nuevas tecnologías, porque buena parte de sus integrantes tiene blog propio. O más bien, estos escritores se han dado cuenta de que publicar en Internet está tirado, que pueden escribir cualquier chorrada que supure de su cabecita, y que si encima se dedican a enlazarse y comentarse los unos a los otros, parecerá que son muchos y buenos. Y por este lado paro ya, porque me da la impresión de que me repito en mis apreciaciones.

Pero como no hay mal que por bien no venga, la referencia a la Asociación Aragonesa de Escritores me ha animado a visitar su página web; en realidad, su blog, que creo que se mantiene algo más actualizado. Siendo una página en la que se asocian escritores aragoneses, me dije, en ella podré encontrar referencias frescas de lo que se escribe por aquí. Y vaya si las he encontrado. Sólo por el careto de este iluminado merece la pena visitar el blog:


Se le debió quedar esa cara después de decir cosas como"No soy autocomplaciente por encontrarme en este lado de la creación literaria. Mi cuestionamiento de la idea existente hoy acerca de lo poético es también radical". Creo que lo más recomendable es leer toda la entrevista que le hacen en el blog de la Asociación esa de escritores, cuya pregunta culminante (y profética, a la vista de las respuestas que da) es "¿Por qué sois tan pretenciosos los poetas?"

Como bonus, además, en los comentarios a esa entrevista se puede degustar lo que mejor sabe hacer uno de los venerables miembros (con perdón) de la Junta Directiva (que no es ni José Ángel Monteagudo ni Carmen Aliaga).

Y yo me pregunto muy seriamente: ¿por qué en este blog no dejan comentarios de ese estilo?

Agárrate, que viene curvatura

Amada Fmurr:

coincidiendo con unos días de particular trabajo, porque me he estado cambiando la cocina, una vez más ha habido un cierto movimiento por este blog, vía comentarios. Alguno de los comentaristas es bien conocido, y hasta estoy pensando en habilitarle una etiqueta propia (aunque mejor no, que se volverá todavía más pesado). El otro es nuevo en esta plaza, aunque no en muchas otras de esta gran Comedia Humana que es la blogosfera cultural aragonesa. Nada menos que Javier López Clemente, mantenedor de la bitácora La curvatura de la córnea.

Ha habido varias cosas que me han intrigado del comentario de López Clemente. En primer lugar, ¿qué carajo significa 'sobrosura'? En segundo lugar, señor López Clemente: ¿a qué se dedica usted? ¿A enviar masivamente por correo electrónico artículos de El País? No sé si los ejecutivos del Grupo Prisa le estarán agradecidos o, por el contrario y en vista de la crisis, estarán pensando en demandarle. Ándese con ojo, señor López Clemente.

En cuanto al contenido del no-comentario, el habitual Quidam Lector se ha encargado de hacer glosa y ponerle las correspondientes guinditas, y yo poco más voy a añadir, mitad por vagancia y mitad por miedo a que el tal Quidam se sienta aludido. En realidad, porque el no-comentario me parece que poco de interés aporta, en este blog o en cualquier otro.

Aun así, si el mensaje no me ha llamado en absoluto la atención, sí que lo ha hecho el mensajero. Y héteme que me he dado una vueltecita por el blog de La curvatura de la córnea, que he de confesar no haber frecuentado mucho. Hasta ahora, claro está. Porque sólo leer esta entrada, con sus consiguientes comentarios, por supuesto, compensa la criminal tarifa de ADSL que todos los meses tengo que pagar. Entre otras cosas, me ha hecho comprender por qué Javier López Clemente se dedica a mandar artículos ajenos por correo electrónico: porque los suyos propios son sonrojantes. La entrada a la que aludo tiene toda ella un tonillo de quiero y no puedo, aunque no se sepa muy bien qué quiere ser: López Clemente consigue hacer acopio de lo peor de la crónica social, del comentario literario remilgado, de los guiños para-que-todo-el-mundo-sepa-que-estoy-en-la-onda, de la incursión en el pseudolirismo más ñoño y del baboseo más patético. Veamos algunos ejemplos.

Comienza el cronista describiendo el comienzo de la actuación de una rapsoda: "Carmen Ruiz Fleta dejó un tercio vacío de Ámbar junto a mi corazón que latía apoyado en la barra negra de vela blanca y vino tinto." ¡Dios mío! ¿Se puede poner junto más empalago sin decir nada? Con un comienzo así, Javier López Clemente nos ha cautivado, como el señor embajador con los Ferrero Rocher. Pero es que luego sigue describiendo "un regalo de apetitosa sonoridad", en el que "sus palabras resbalaron por las chorreras de su camisa que era una blusa disfrazada de camiseta beige". ¡Buargh! ¿Hay alguna bacinilla cerca?

Seguidamente pasa al otro rapsoda, que no es otro que el poeta que sirve para todo, Octavio Gómez Millán. Aquí López Clemente se pasa al periodismo de alcance, destapando que el versátil OGM habló de la posibilidad de dejar la poesía (¿dónde hay que firmar para que lo haga?). Pero finalmente al cronista le puede la veta poética, y suelta de carrerilla el siguiente parrafón:

Octavio entregado, sin respirar, sílabas tras sílabas atado al micro, el foco violeta sobre la negra camisa, la negra barba, las gafas negras y el pelo negro, violeta y negro colores de pasión para desgranar pistas, influencias, divinidades y demonios todo en avalancha de verborrea, crudo, ahí lo tienes y te lo tomas como puedas, energía, imprescindible la concentración para seguirle, enganchados al itinerario para descubrir las propias referencias y cuando terminó, sólo me quedó resuello para apurar el tubo de cerveza.
De toda esta verborrea, a mí lo único que me ha seducido es la visión de un OGM cianótico y sin resuello para hablar, es decir, para decir tonterías.

Como ya te dije, el festival del humor no se limita únicamente a la entrada en sí, y hay que prestar atención a los comentarios. A ese tono jocoso contribuyen el propio Octavio Gómez Millán (con su habitual claridad de exposición, man), pero sobre todo el propio Javier López Clemente, encargado de contestar uno por uno el resto de comentarios. Incluido, por cierto, uno del propio Quidam Lector, a quien creía persona de un sólo blog.

Resumiendo, que no puedo por menos que sentir cierta envidia por La curvatura de la córnea y por Javier López Clemente, a quien se le nota que es feliz de la vida rozándose con los poetas más excelsos del planeta y luego escribiendo sobre lo bien que se lo ha pasado en esa posición. Pues nada, señor López Clemente, a seguir así.

Los versos de las capitanas

Apreciado Niklaus:

esto me pasa por ser bueno, y dejar abierta la puerta para que entre cualquiera. Ahora entiendo los procederes de algunos señalados ciudadanos, y su afán por controlar todo aquello que vaya a pasar por sus honorables blogs. Y pensar que en algún momento pensé de ellos que eran unos débiles mentales, preocupados únicamente en dar pátina a su imagen. No quiero ni recordarlo.

Digo lo que digo porque los visitantes de este humilde lugar se adueñan de su timón; y si yo había prometido hablar de la extendida fauna de los comentadores profesionales, son precisamente los comentarios dejados bajo mi última entrada los que me obligan a cambiar de planes. Me parece más interesante echar un vistazo a la conversación suscitada ante tales comentarios (conversación en la que, por cierto, no parecen tener cabida esos comentaristas profesionales de los que iba a hablar) que hablar de unos especímenes que, lamentablemente, no van a extinguirse en breve.

La cuestión es que las Capitanas del Cierzo aprovecharon la vista gorda que yo prometía hacer, y nos endosaron uno de sus poemas, que ha sido convenientemente glosado por Quidam Lector y Osiris. Ante ambos comentaristas poco me queda a mí que decir: me quito el cráneo ante la finura lectora de Quidam Lector, capaz de encontrar intertextualidades en un texto declaradamente licencioso. Y agradezco a Osiris su apunte de que las autoras "han cogido la onda" de ciertas tendencias poéticas que están ahora tan de moda.

Bueno, finalmente sí que me animo a decir algo. Señoras Capitanas del Cierzo: ¿han probado a poner todo seguido eso que ofrecen en seudoversos? Lo digo porque, como buena representación de lo que ahora se lleva en poesía, su distribución en versos creo que obedece más a la aletoriedad que a una lógica rítmica, e incluso sintáctica. Veamos:

ZARAGOZASEXUAL

La del chándal de enfrente menea la cabeza.
Son los porros.
La música dice que no está de moda practicar sexo.
A orillas de la Huerva humedades padezco.
Es el cierzo.
Aquí había el océano antes de este puto desierto. Luego vinieron los romanos e hicieron esta ciudad
ahora yo te hago este poema y esta noche te haré el amor.
–Quítate las bragas.
Mientras fornifollamos ella me pregunta por qué Angelina Jolie nos pone a todas.
Será el maldito cierzo de este desierto.
La puta boira.
–Pues quítate esas gafas, que no tienen cristal.
(Vamos a ver si nos entendemos: de lo que se trata es de que ella folla con gafas porque es fetichista y le da morbo, pero no lleva cristales. Al final la otra se las roba, no obstante).
–Voy a hacer pis.
O cambiamos un poco…
–No conozco tu nombre.
–Soy Zaragoza. Quítate las gafas. Una amiga me dijo que solía hacerlo con una chica
con gafas sin cristales. Quítate las gafas, que no quiero probar su saliva.
–Voy a mear.
–Don Ramón de Pignatelli hizo el Canal Imperial de Aragón.
–Será el whisky, que es diurético.

Me parece que, puesto así, el poema dice lo mismo. Incluso más. Claro que así a lo mejor hay gente que ya no lo toma como un poema. He conocido a muchos memos (sí, de esa OGM que Quidam Lector señalaba como Oficina General de Memos) que son poetas gracias a la tecla de Retorno de Carro. A eso, y a una prodigiosa falta de autoexigencia.

Pero no vamos a amargarnos esta bonita mañana de domingo recordando a tipos despreciables. Estaba con el poema de las Capitanas del Cierzo, que aparte de su anarquía de renglones, tiene su gracia. A mí, además, esa yuxtaposición de planos y referentes me ha recordado a los poetas de la Zaragoza gusanera tan oportunamente mencionada por Quidam Lector. Unos poetas, por cierto, tan admirados y evocados como poco leídos actualmente.

Bien, espero que este pequeño comentario haya sido del agrado de las Capitanas del Cierzo. Si no ha sido así, las animo a que no cejen en su empeño, y que frecuenten recitales, presentaciones de poesía y otras actividades; escribiendo como escriben, y a nada que el físico les acompañe, seguro que pronto tendrán alrededor a un nutrido grupo de babeantes poetas provectos dispuestos a aullar por sus versos.

Ah, y como punto final, un regalo, no sólo para las Capitanas, sino para todos aquellos que quieren hacer sus pinitos en el bonito mundo de la poesía, y por ahora sólo tienen las greñas (como dice Osiris): un práctico diccionario de rimas que pueden instalar en su ordenador sin peligro de virus. Pruébenlo sin compromiso, y ya verán como dentro de unos meses el nivel poético local sube varios enteros; bueno, subiría más si algún poetastro dejara las letras para siempre, pero hay cosas que sólo suceden en nuestros mejores sueños.

Comentario de comentarios

Queridos alumnos:

decíamos ayer que me daba un merecido descanso para pasear por las calles inundadas de libros, y que hoy continuaría con mis soliloquios. Así hice, en un día de San Jorge de tiempo envidiable, aunque algunos hubo que no tuvieron oportunidad de disfrutarlo. Incluso me entretuve haciendo fotografías del escenario cultural, como la que pongo aquí mismo:


Grandes y pequeños en torno a los libros. Qué bonito todo, ¿no es cierto? Casi tanto como la diversidad que deparan estas cosas de los blogs. El ejemplo lo tengo bien cerca, y a él me refería en mi entrada anterior: los comentarios recibidos últimamente en esta humilde bitácora.

De verdad que no entiendo a la gente que censura a los comentadores, siempre que no lleguen a la descarada falta de respeto. Por el contrario, resulta muy divertido ver cómo hay gente absolutamente inepta en estas lides de las autopistas de la información, como es el caso de un tal 'Miguel', que se equivoca de medio a la hora de mandar un mensaje. Un mensaje que, además, dice nada menos:

Ya lo había visto, Ángel, lo mandó OGM por el Facebook. Terrorífico, sin duda (sobre todo el principio). Por cierto, ¿por qué no se lo has mandado a Vincent? ¿Ya no lo quieres?
Besos y abrazos:
Miguel

Mucho Facebook, pero me parece que has mandado el mensaje a donde no era, man. Espero que OGM avisara a Ángel de que Miguel es un zarpas, porque si no va dado. Pero ánimo, que la brecha tecnológica es cada vez más estrechita.

Luego están los fans incondicionales como Osiris, quien creo recordar que me prometió una cena un día de éstos. No voy a decir que sigo esperándola, pero sí que repetiré lo que en algún momento ya dije: aquí mucho regodearse, pero el personal sigue sin comentar y, lo que es peor, sin pinchar en los anuncios de Google. Hombre, un poco más de entrega, por favor.

Pero sin duda los comentarios que más me han descolocado últimamente han sido los de unas así autodenominadas Capitanas del Cierzo, que cual colegialas en busca de nuevas emociones me piden correspondencia sobre sus creaciones. ¿Y qué puedo decir yo ante semejante propuesta? Pues a nada que las señoras capitanas hayan estado un poquillo atentas, habrán ya visto que aquí cada cual es libre de dejar lo que le plazca (lo cual no es óbice para que si algún día se me hinchan las gónadas, me ponga a censurar a quien quiera). Eso sí, que me vean como un crítico no significa que lo sea, ni mucho menos que tenga ganas de serlo. Así que no prometo nada, mis capitanas, pero la ventanita de comentarios está abierta para cualquier cosa que quieran depositar. Igual tienen suerte y alguno de los numerosos visitantes anónimos --y silenciosos-- de este blog se digna a hacer un comentario; igual tienen algo menos, y el comentario lo hace Quidam Lector, de quien sospecho que le tienta la idea.

En todo caso, sería para descojonarse que comenzaran a aparecer por aquí comentaristas profesionales de los que proliferan por otros rincones de la aldea blogosférica local. ¿Por qué ponéis esa cara, mis niños? ¿No sabéis de quién os hablo? Pues mira qué bien, eso me dará pie a otra entrada, que escribiré en otro momento. Hasta ese momento, la clase ha terminado.

Vacuna contra microbios

Queridísima Calpurnia:

cierto es que hace más de un mes que no doy señales de vida. Ello no significa sin embargo que haya estado ocioso, un lujo que nadie puede permitirse hoy en día. Ya te lo dicen bien claro en los cursos de ayuda para encontrar empleo del Inaem: tu primer trabajo es buscar trabajo. Pero no todo va a ser currele, que mucho trabajo y poca diversión ya se sabe que no pueden traer más que problemas. Este periodo en que he estado callado lo he pasado leyendo. Leyendo mucho. Muchísimo. Ingentes cantidades de literatura. Y una lista abrumadora de autores.

Bueno, en realidad lo que leído cabía en dos o tres folios (y no me refiero a ciertos poemas mínimos de los que no quiero acordarme). Porque me he unido a la pujante moda de los microrrelatos, merced a la bulla que unos cuantos metieron hace unas semanas sobre el tema, y que todavía resuena, como la radiación de fondo del Big Bang cuando sintonizas la Cadena Ser. Yo me acerqué al género de los microrrelatos movido por una sana curiosidad: por ahí se había suscitado una polémica enorme sobre si era o no era un género, que había levantado en armas a la grey literaria como hacía tiempo que no se veía. Lo primero que pensé fue que si algo tan pequeño como un microrrelato suscitaba unos enconos tales, si lo que llega a estar en litigio es la viabilidad de la épica hubiera habido tiros por las calles.

Pero una vez disuelta la polvareda, lo que queda de sustancioso es bien poco. Veamos: lo que los defensores del microrrelato vienen a decir es que resulta sumamente difícil condensar en unas pocas líneas la esencialidad y el entramado narrativo y yo qué sé cuántas tonterías más. Es cierto que resulta complicado, y solamente hay que ver alguno de esos microrrelatos. Ejemplo verbigracia:

CONVIVENCIA IMPOSIBLE
El hombre pinta bien, de eso no hay duda, pero bebe mucho ajenjo, es violento, caprichoso y se hace muy difícil compartir su vida. Tomando una resolución extrema, de un solo tajo decidido, la oreja se separa definitivamente de Van Gogh.

El texto lo he sacado de una entrada que Antón Castro le dedicó hace algún tiempo a Ana María Shua, de quien decía para más inri que los expertos la elevaban a "la mejor escritora de minicuentos o de cuentos hiperbreves del mundo" (como buen gallego, y además que no es tonto, Castro no se mojaba demasiado). Pues si esto es una muestra de la mejor escritora de microrrelatos del mundo, yo me paso a cualquier otro género bien lejos de éste: tema manido, intento de final sorpresivo, referencia cultureta para darle alguna entidad... y para ser un minicuento, le sobran la mitad de las frases hechas y expresiones recurrentes. Lo dicho, un perfecto ejemplo.

En fin, esto no pasaría a mayores si no fuera porque la gente hace comentarios a los textos (hay dos textos de Ana María Shua; el otro paso de ponerlo, aunque está adornado de similares virtudes que el que he copiado). Unos comentarios mayoritariamente elogiosos. Pero elogiosos hasta la exaltación. A mí, que una pijadica como la anterior despierte casi orgasmos en los lectores me resulta sospechoso. Pero en fin, debe ser lo que se lleva; porque una de las comentaristas que se queda boquiabierta ante la insulsez esa de Van Gogh es Patricia Esteban, a la sazón escritora, y además perpetradora a su vez de microrrelatos, como dejó claro hace unas semanas en su propio blog.

De Patricia Esteban no dicen que es la mejor escritora de microrrelatos del mundo, y con razón, porque los suyos son bastante peores que los de Ana María Shua. Pero eso no parece importar a los subsiguientes comentadores, que casi sin excepción se tocan mientras leen las virutillas de la señora Esteban, algunas de las cuales sólo se explican como producto de la autocomplacencia. Es el caso de "Cíclope me mira; guiño un ojo", o "Al fin solos, le dijo la Soga al Cuello". He leído chistes igual de cortos, pero con bastante más gracia. Algo que no parece importarle, por ejemplo, a Juan Casamayor, dueño de la editorial Páginas de Espuma, que muestra una natural predisposición hacia lo micro con un comentario tan baboso como interesado por fichar a la autora (¡córtate un poco, Casamayor, que se te ve el plumero!).

Por lo menos Patricia Esteban tuvo el detalle de publicar un comentario no especialmente favorable que dejé yo en su blog sobre sus relatos. Ya es algo más que Fernando Valls, uno de los santones del microrrelatismo, y uno de los que los defiende hasta la bufonería, que censuró un comentario que dejé sobre uno de sus microprotegidos. No voy a enlazar su blog --en eso he aprendido de otros--, pero lo recomiendo vivamente para todo aquel que quiera encontrar razones suficientes para opinar sobre este micirofenómeno. Yo creo que ya he leído bastante para hacerme una idea, y considero que todo este asunto se limita, efectivamente, a un tema de brevedad. De brevedad de talento, en concreto.

Por cierto, que tal vez me convenga copiar el sistema de Patricia Esteban o Fernando Valls, y moderar los comentarios que el personal deja en este sitio, que me parecen cada vez más extraños y/o excéntricos. Pero de eso, si te parece, hablaré en otro momento, que para algo es hoy el Día del Libro. A ver si me doy una vuelta y compro algo. Algo bien gordo, que me permita de un golpe matar tanto microbio.

Nuestra niña es ya toda una mujer

Apreciado Leonide:

como ya dijo el predicador, unos que vienen y otros que se van. Me pongo tan filosófico porque ayer, el mismo día que desaparecía Ana María Navales, mujer de gran valor en las letras aragonesas, surgía un nuevo astro destinado a deslumbrar con su fulgor la cultura del terruño.

Si todavía no lo has adivinado, me refiero a la joven novelista Aloma Rodríguez, que en el suplemento Artes y Letras de Heraldo de Aragón de este jueves regaló a los lectores una bonita reseña (bonita y larga) de una novela de Amélie Nothomb. Es una lástima que no haya una versión digital de dicha reseña, porque de verdad que es muy recomendable leerla de principio a fin. Así que tendrás que conformarte con lo que te cuente. Aunque tú me conoces bien, y sabes que soy de fiar. Yo leí ayer el periódico en el bar de abajo, y le pedí al dueño (hay confianza) que me dejara llevarme la página. Todavía la conservo, aunque estoy pensando en comprarme un canario para ponerla en su jaula, y que se llene con sus deposiciones.

Antes de nada, te pongo en antecedentes de la recién escudillada crítica literaria: Aloma Rodríguez es la autora de París Tres, un libro de virtudes varias. Por ejemplo, juntar las anotaciones insulsas que una jovencita pone en un blog y llamar a eso novela. O perseverar en los topicazos de chica-intelectualoide-inquieta que describe a través de sus ojos lo que le va pasando, por supuesto nada fuera de lo normal. Todo ello ambientado en París, donde la autora estuvo estudiando (es decir, todo superreal, tío, supercercano). La novela generó los típicos comentarios laudatorios de colegas, palmeros y demás fauna de bonobos, así como de otros espíritus débiles a quienes no les importó que fuera más la excrecencia personal y prescindible de una culturetilla alevín que un texto literario.

Pero lo que ahora nos ocupaba era la reseña del Heraldo. Una reseña a la que se le dio prácticamente toda una página, y que era una concatenación de soserías, comenzando por un primer párrafo absolutamente plano y dedicado a la biobibliografía de la autora, tan brillante como una redacción de escuela. Le siguen luego otros párrafos en donde, con igual estilo plano, cuenta de qué va la novela de Nothomb. Se merienda de este modo más de la mitad del texto de la reseña, y llega a lo que, se supone, serán sus conclusiones. Lo mejor de esas conclusiones es que, gracias a Dios, concluyen la reseña, porque no aportan absolutamente nada al lector interesado. Nada.

Lo peor de todo no es que alguien gaste una página entera del suplemento cultural de un periódico demostrando que no tiene talento para merecerla. Es que encima, leyendo lo que escribe se ve que se siente superidentificada con la autora, tía, y que quiere que los que lean la reseña lo sepan.

En resumidas cuentas, que podemos estar contentos: nuestra niña ya es toda una mujercita, y no sólo publica libros, sino que además hace reseñas. Supongo que alguien estará de enhorabuena.

Actualización del lunes por la mañana:
Como no podía ser de otra forma, la joven escritora Aloma Rodríguez no ha podido resistir la tentación, y ha puesto en su blog la acojonante reseña publicada en Heraldo de Aragón. Puede leerse en todo su esplendor aquí, y de paso el lector interesado puede comprobar lo sencillo que es acumular soserías a nada que uno se aplique.

Qué solos se quedan los muertos

Dilecto Kasper:

la pasada noche, según parece, se murió Ana María Navales. No debía andar muy bien de salud.

Aprovechando que hoy no hay fútbol por la tele, me he dado una vuelta por la blogosfera, en busca de las reacciones de la res poética más cercana ante la pérdida de la escritora. Y excepto un par de referencias, parece que es el silencio lo que ha acompañado a la difunta en sus primeros pasos de tránsito de un mundo a otro.

Vale, me dirás que es una noticia reciente, y que muchos todavía no se han enterado. Seguramente; aunque me extraña esa falta de agilidad de quienes postean casi a tiempo real cuando les sale un grano en el culo, o cuando tienen una regurgitación poética (que muchas veces es casi lo mismo).

Me parece muy sintomática esta generalizada ausencia de voces en el páramo. Ausencia que, estoy seguro, se irá mitigando poco a poco. Ya te iré contando.

Algunas conclusiones













































Y creo que esto es todo lo que tenía que decir. Durante cerca de todo un mes --bien lo saben mis numerosos seguidores-- he ido poniendo en este humilde sitio todo lo que de bueno me sugerían los poetas aragoneses de hoy en día, a raíz de un comentario patético (es decir, lleno de pathos, que no quiero que nadie se ponga de morros). Por cierto, que la mayoría de comentarios que este blog ha tenido las últimas semanas han coincidido conmigo respondiendo a la buena de Atanasia, que hizo muy bien en despedirse porque se aburría y porque aquí no se hablaba de libros, ni siquiera para ponerlos bien. Lo único que lamento ahora es no haberle contestado a su acusación de zafio y grosero por haber dicho que cierta niñita era monina, "recurso facilón cuando no se sabe qué decir". Cuando el recurso facilón es poner fotitos de la niñita, no es que no se sepa qué decir; es que lo de que "es monina" ES lo que hay que decir. Y no soy yo el único que lo ha dicho, y a la infinita memoria de Internet me remito, borriquilla. Pero para qué seguir con esas cosas...

Hubo otro comentario que llamó mi atención. Como era anónimo, sospeché al principio que lo podría haber dejado mi madre. Pero luego hablé por teléfono con ella, y me confesó que no entraba en Internet desde que el vecino se había percatado que le robaba ancho de banda. Así que sigo sumido tanto en la duda como en la incertidumbre: ¿por qué hay quien se empeña en querer descubrir quién soy? ¿No basta con el perfil, con la foto? Si hasta el nombre está bien claro... Dal-ton-Bert. La punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Así de fácil.

Sólo espero que si me hacen la cena homenaje ofrecida, sea algo más animada que los comentarios de quienes "se regodean" con lo que en este blog pone un servidor de ustedes. Porque sitio hay aquí para todos. Hasta para borriquillas.

Pongámosnos serios

Apreciado Georkhaeff:

si quieres ver a un viejo muerto, dale un huerto. Este refrán popular está lleno de sabiduría, como yo he comprobado estos últimos días en los que he estado yendo y viniendo al pueblo. Parece mentira que una cosa a priori tan ruda y natural como los cultivos necesite de semejantes cuidados, y tan continuados.

Casi tantos como un blog como este, que si se deja a la buena de Dios, pierde el rumbo. O algo así parece deducirse de varios comentarios vertidos en esta santa casa por Atanasia, donde nos afea la conducta a quienes habitualmente paseamos por aquí. No entraré en el rapapolvo que le dedica a Quidam Lector sobre el alegre uso de arrobas y celemines, puesto que él mismo se ha encargado de contestar, y no sólo a eso.

No, me refiero a otras conminaciones: "Comenten ustedes los libros últimos de poesía, por ejemplo, que en número prodigioso aparecen en Aragón", dice Atanasia. Y yo entiendo esa súplica, porque si algo falta en las numerosas bitácoras poéticas que hoy en día proliferan son los comentarios inteligentes. Los blogs literarios aragoneses (haremos esta acotación por comodidad), normalmente responden a algunos de estos modelos:

  1. 1.- sitios en donde el autor se pajea hablando de sí mismo, o hablando de quienes hablan de él.
  2. 2.- sitios en donde se menciona lo que hacen los amigos, que está siempre de puta madre porque son amigos.
  3. 3.- sitios que mantienen aspirantes a escritores, que no tienen el mínimo sentido crítico de exhibir sus carencias creativas.
  4. 4.- sitios que mantienen supuestos escritores, que aburren hasta a las ovejas disertando sobre los más variopintos temas.
  5. 5.- sitios más parecidos a un perfil de Facebook o cualquier otra manifestación adolescente, pero escritos por gente que de lo que adolece es de inteligencia.
Seguramente me dejo alguno, pero creo que con el anterior listado están bien representados la mayoría de blogs literarios. ¿En alguno de ellos ve usted que se comenten libros? Yo tampoco. Así que yo le recomendaría a Atanasia que la misma queja que ha dejado aquí la vaya dejando en otros blogs que se supone que sí tienen intención de hacer comentarios. Pero también le recomendaría que fuese con cuidado: yo me quejé aquí y en otros sitios de la futilidad general de la blogosfera poética aragonesa en general, y he sufrido desplantes, censuras y casi amenazas de ser juzgado por el tribunal popular de la Internet. Eso sí, nos hemos reído mucho, aun a costa de aburrir al personal con las mismas gilipolleces una y otra vez.

Pero hay otras cuestiones que apunta Atanasia que no quisiera dejar de lado. Algunas, como el curioso "prodigioso" del número de libros de poesía aparecidos. Quidam Lector, que parece a veces mi escudero, ha contestado a ese optimista calificativo y más, así que no redundaré. Sí que lo haré en lo de que somos (ese plural me resulta algo inquietante) conocedores de la pomada: evidentemente, todos los que estamos aquí -Atanasia incluída- somos conocedores de esa pomada; porque si no, sencillamente no estaríamos. Así que no nos las demos de ignorantes, y más cuando los ignorantes de verdad son quienes más se empeñan en disimularlo. Que ya somos mayorcitos, digo yo.

¿Quién quiere ser millonario?


Pues si alguien se quiere ganar los 50 millones, me parece que lo tiene un poco difícil.

Creo que hay un poco de desorientación... casi tanto como la del que va buscando por ahí 'BLOG DALTON + FOREGA + ZARAGOZA'. Y ése no soy yo. ¿O quizá sí?

Cuatro por uno

Apreciado Ernesto:


vaya lumbalgia que arrastro desde el viernes. Me ha dejado fuera de combate durante estos días, pero lo peor es que seguro que el lunes estoy mucho más aliviado, y no podré ponerla como excusa para no ir a trabajar. Lo que sí que no he podido, como ya habrás comprobado, es bajar a echar la partida del sábado con vosotros. Espero que hayáis encontrado un digno sustituto.

Por si alguna otra vez os sucede que os falta gente para la partida, te voy a recomendar a alguien que os lo puede solucionar: Manuel Martínez Forega, que en un solo cuerpo mortal es capaz de albergar varias personas. Te lo digo por experiencia, y en esta misma página puedes comprobarlo.

Como sabrás, Martínez Forega fue en algún momento transitador de este blog, e incluso parecia que entre él y yo despuntaba el comienzo de una bonita amistad. Sin embargo, por algunos dimes y diretes pareció ofenderse, y no sólo dejó de gratificarnos con su excelsa compañía, sino que incluso quitó el enlace hacia este sitio que, muy amablemente, había puesto en su propio blog. Su última contribución a este modesto sitio la dejó aquí, con palabras tan impresionantes como "La heteronimia y la heteroanonimia; la transexuación y la transustanciación; la metempsicosis y la esquizofrenia exponencial con que tales seres mutantes se expresan a partir de uno solo concede a la ciencia un rico objeto de investigación con diversas hipótesis preliminares de seducción extraordinaria". Con ellas se refería a quienes escriben por aquí bajo un seudónimo, algo que por lo visto indigna profundamente a Martínez Forega.

Sin embargo, el propio Martínez Forega ha caído en los mismos pecadillos contra los que predica. Y además, parece que le ha cogido el gustillo. La primera vez que lo hizo, fue bajo en nombre de Luis Quesada Murillo, en un comentario donde sacaba las castañas del fuego a Martínez Forega, y fomentaba todo un movimiento popular que clamase por su inocencia. El comentario es muy largo y no lo voy a reproducir, pero puede leerse aquí.  Obsérvese que tiene la misma obsesión que Martínez Forega por desenmascarar a los supuestos sedicentes, a que "den la cara". Bueno, finalmente, la cosa no dio para más, excepto la aportación un tanto extemporánea de algún despistado.

Hasta ahí, la cosa no hubiera sido más que una simpática anécdota. Pero es que hace unos días, Martínez Forega volvió a la carga. Primero, contestando bajo el nombre de J. A. de Diego a una de las entradas que yo había escrito. Y un día después, reincidiendo bajo la firma de Lorenzo Bellvís. En ambos casos, una vez más arremete con furia contra los anónimos; una furia comprensible en quien hace un desahogado uso de los nombres falsos y/o seudónimos. Pero incluso en estas curiosas prácticas, Martínez Forega parece albergar un cierto prurito de creador literario. Es curioso que cuando firma con su nombre, su discurso se parezca a una tesis doctoral del siglo XIX, mientras que cuando deja su voy a J. A. de Diego o Lorenzo Bellvís se permite usar términos como "Si invitas a alguien a la mesa de tu casa y se caga en el salón, hay que echarlo", o "!Al carajo con ellos!". Pero la cita de Valle Inclán que encabeza el último comentario es otra prueba más de la pedantería de Martínez Forega.

Te preguntarás, mi apreciado Ernesto, cómo sé yo que ha sido Martínez Forega quien ha escrito con otros nombres. En primer lugar, te invito a que leas con atención los comentarios que te he señalado. Si no te basta, y para no aburrirte con explicaciones largas y tal vez crípticas, te haré simplemente un símil, retomando una de las ideas que Martínez Forega/J. A. de Diego apuntaba: cuando alguien llega a tu casa, aunque no se cague en el salón deja huellas de su paso. Y si llevas los zapatos de Martínez Forega, de poco te valdrá que digas que eres Lorenzo Bellvís.

Por cierto, y para acabar: que no piense Manuel Martínez Forega que le tengo una especial inquina al dedicarle tanto espacio en esta humilde casa. Bien sabe él que he intentado comunicar mis pareceres, y de forma mucho más breve, en su propio blog. Pero he tenido la mala suerte de que un virus ha borrado una y otra vez mis comentarios. Lo único que me mueve con estas líneas es que tantos esfuerzos por su parte no pasen desapercibidos. Creo que es de justicia.

Emocionado y agradecido

En esta ocasión, mi mensaje es para toda la red:

se me saltan las lágrimas mientras escribo estas líneas. ¿El motivo? Por primera vez en muchos años, por lo menos desde que iba al insti, alguien me ha dedicado un poema. Aquí os lo pongo, fotografiado del propio sitio donde ha aparecido publicado:


(como ya he dicho últimamente en varias ocasiones, para verlo más grande se puede pinchar en él).

Y por si acaso no se ve bien del todo, paso a copiarlo, con el alma estremecida de la emoción:


te lo he borrado
y te lo seguiré borrando
podemos estar con esto hasta el infinito
jugando al gato y el ratón
no quiero tu basura en mi blog
vierte tu bilis en el tuyo.
No te puedo evitar leer mi blog
pero sí que comentes.
seguro que tienes cosas mejores que hacer. Yo seguro.
un saludo
o.

Estoy emocionado. Y no sólo porque me hayan dedicado un poema, sino porque además, es de los mejores que he leído de o. (que no es otro sino Octavio Gómez Millán, a quien le puede la modestia y firma únicamente con una simple o). Se nota que el poeta se ha esforzado en esta composición, y ha superado con creces otros versos que había escrito anteriormente. Bravo por simple o.

Lo único que he echado en falta es que, además de escrito, lo dejara también en formato audio, para poder oír su voz modulando las palabras, poniendo gallitos allí donde hace falta, subiendo el tonito cuando el ímpetu lo requiriese.

De verdad que esta demostración de afecto me ha aliviado del pesar que tenía estas horas pasadas, con el problema de que desaparecían los comentarios que dejaba en otros sitios.

Muchas gracias, Man.

El misterio de los comentarios perdidos

Estimado Perski:

a través de los telediarios he estado al tanto del caos en el que últimamente ha estado sumido Barajas. Así que no me extraña lo que me cuentas de tus incomodidades y aventuras. Me dices que incluso has perdido las maletas. Bueno, visto lo visto, eso no es nada raro. Más raro es lo que me ha pasado a mí: se me ha perdido un comentario.

Se me ha perdido, pero no en este sitio, que como sabes es pequeño, y por ello fácil de mantener recogido y ordenado. No, se me ha perdido un comentario en el blog de un señor que se llama Manuel Martínez Forega, a lo mejor has oído hablar de él. Te cuento como han sucedido los hechos:

Martínez Forega había escrito una entrada informando como sólo él sabe hacerlo de la publicación de un libro de poesía, escrito por Ana Muñoz. Como no es muy largo, tal vez lo mejor sea que copie lo que decía Martínez Forega:


A partir del próximo lunes, día 19, podréis encontrar en la Librería Antígona(libreria.antigona@gmail.com) de Zaragoza Sólo para la noche, el nuevo libro de poemas de Ana Muñoz, nº 30 de la colección "Libros de Berna" de Lola Editorial. Con este título Ana Muñoz da uno de sus primeros pasos maduros en el camino hacia su establecimiento singular dentro de la poesía aragonesa última y otro más hacia su consideración como una de las jovencísimas voces poéticas más seductoras y talentosas del panorama nacional. Sólo para la noche se ejercita a través de una sinceridad tan poco común que despereza cualquier ánimo, sobrecoge cualquier inadvertencia y delimita con contundencia las dimensiones del dolor, de la desnudez del ánima y de la indiferencia, asuntos en absoluto proclives a ser cultivados por las corrientes del bienestar y la complacencia asépticas de tantas escrituras recientes. Un libro que desmiente todo prejuicio sobre la revelación de la intimidad.


Por si estás desorientado (cosa fácil, ante semejante charanga verbal), te apunto que Martínez Forega es quien dirige Lola Editorial y la colección "Libros de Berna", y que Ana Muñoz es la chiquilla rubia que en la presentación de Toda la luz del mundo de Ángel Guinda demostró que no decir nada puede ser una buena estrategia para parecer inteligente (véanse los vídeos unas entradas más abajo, en esta misma página).

El feliz anuncio de Martínez Forega, que apenas puede refrenar su autoplacer poético, ha generado los consiguientes comentarios. Entre ellos, el mío. Que decía así:

Espero que el libro tenga un buen formato porque si no, no va a caber la solapa que le ha escrito Manuel Martínez Forega. Bueno y si no es muy grande, siempre se puede resumir, aunque tal vez no muy fácilmente. ¡Por Dios, qué abundancia de ánimos! Se ve que la señorita levanta pasiones. A veces las pasiones descontroladas no son buenas, y según a qué edades, todavía menos.
Yo voy a descorchar ahora mismo una botella de champán por la aparición de este libro que, por lo que se ve, va a rescatar a la poesía aragonesa (¿qué digo aragonesa?: ¡¡mundial!!) de la lamentable mediocridad en la que pensaba que estaba sumida con tanto poetastro de tres al cuarto.
Aun así, qué miedo da una frase como "Un libro que desmiente todo prejuicio sobre la revelación de la intimidad". ¿Qué será? ¿Otro acopio de versos sobre vivencias cotidianas, tocado por el suave encanto de esas menudencias vitales que a nadie incumben? Anda, que el género diarístico ya ha hecho bastante daño a los sufridos lectores, presentando "dietarios" que intentan elevar a la categoría de literatura lo que en realidad es un discurso vacío.
Confío en que Protección Civil monte el dispositivo pertinente para atender a las hordas que van a hacer cola ante la librería Antígona. Pueden empezar ya este fin de semana, que dicen que va a hacer frío, a ver si se les ventila la mollera.
En todo caso, es monina la niñita.
Saludos
Dalton Bert

Esto eran las siete y media de la tarde, más o menos. No habían pasado ni tres horas, y el comentario había desaparecido. Y yo, como comprenderás, estoy muy preocupado, porque no sé qué puede haber pasado. Mira que el blog de Martínez Forega es un lugar donde da gusto poner comentarios, como él mismo se encarga de recordar, hablando de libertades y fomentando la reflexión y el diálogo. Y mira que trata bien a quienes nombra, que más que un maestro es un mahatma de poetas, como puedes comprobar leyendo sus kilométricas laudaciones hasta a quien no las merece, tan bonico es.

Estoy desolado, y no entiendo qué le puede haber pasado a mi comentario. Mi única esperanza es que alguien lo haya visto por ahí, y que pueda darme señales de él. Además, es fácil reconocerlo. Aquí te dejo una imagen que le tomé, nada más dejarlo junto a los otros comentarios, a salvo y tan feliz, en el blog de Martínez Forega. Si quieres verlo más grande, pincha en él:




Actualización del sábado por la tarde:

Vaya, resulta que tanto preocuparme, y la cuestión es que debe ser un problema mío. Lo digo porque esta tarde me ha pasado lo mismo, y en otro blog, el de otro prócer de la cultura aragonesa, el por fortuna único Octavio Gómez Millán. Como el señor Gómez se había animado a copiar el texto que Martínez Forega había derramado en su propio blog, yo me he animado a dejarle un comentario, nada extenso ni molesto, según creo yo. Y la cuestión es que pocas horas después había desaparecido. Menos mal que también tenía una imagen del comentario, porque me temía lo peor del señor Gómez, cuyas barbas y usos de palabras como "man" y "maestro" asustan casi más que su inflado ego. Aquí va la imagen, por si alguien me puede dar señal del pobre (una vez más, se puede ver más grande si se pincha en él):




Esta desaparición selectiva de comentarios me está dando que pensar. Y creo que también invita a ello.