Vacuna contra microbios

Queridísima Calpurnia:

cierto es que hace más de un mes que no doy señales de vida. Ello no significa sin embargo que haya estado ocioso, un lujo que nadie puede permitirse hoy en día. Ya te lo dicen bien claro en los cursos de ayuda para encontrar empleo del Inaem: tu primer trabajo es buscar trabajo. Pero no todo va a ser currele, que mucho trabajo y poca diversión ya se sabe que no pueden traer más que problemas. Este periodo en que he estado callado lo he pasado leyendo. Leyendo mucho. Muchísimo. Ingentes cantidades de literatura. Y una lista abrumadora de autores.

Bueno, en realidad lo que leído cabía en dos o tres folios (y no me refiero a ciertos poemas mínimos de los que no quiero acordarme). Porque me he unido a la pujante moda de los microrrelatos, merced a la bulla que unos cuantos metieron hace unas semanas sobre el tema, y que todavía resuena, como la radiación de fondo del Big Bang cuando sintonizas la Cadena Ser. Yo me acerqué al género de los microrrelatos movido por una sana curiosidad: por ahí se había suscitado una polémica enorme sobre si era o no era un género, que había levantado en armas a la grey literaria como hacía tiempo que no se veía. Lo primero que pensé fue que si algo tan pequeño como un microrrelato suscitaba unos enconos tales, si lo que llega a estar en litigio es la viabilidad de la épica hubiera habido tiros por las calles.

Pero una vez disuelta la polvareda, lo que queda de sustancioso es bien poco. Veamos: lo que los defensores del microrrelato vienen a decir es que resulta sumamente difícil condensar en unas pocas líneas la esencialidad y el entramado narrativo y yo qué sé cuántas tonterías más. Es cierto que resulta complicado, y solamente hay que ver alguno de esos microrrelatos. Ejemplo verbigracia:

CONVIVENCIA IMPOSIBLE
El hombre pinta bien, de eso no hay duda, pero bebe mucho ajenjo, es violento, caprichoso y se hace muy difícil compartir su vida. Tomando una resolución extrema, de un solo tajo decidido, la oreja se separa definitivamente de Van Gogh.

El texto lo he sacado de una entrada que Antón Castro le dedicó hace algún tiempo a Ana María Shua, de quien decía para más inri que los expertos la elevaban a "la mejor escritora de minicuentos o de cuentos hiperbreves del mundo" (como buen gallego, y además que no es tonto, Castro no se mojaba demasiado). Pues si esto es una muestra de la mejor escritora de microrrelatos del mundo, yo me paso a cualquier otro género bien lejos de éste: tema manido, intento de final sorpresivo, referencia cultureta para darle alguna entidad... y para ser un minicuento, le sobran la mitad de las frases hechas y expresiones recurrentes. Lo dicho, un perfecto ejemplo.

En fin, esto no pasaría a mayores si no fuera porque la gente hace comentarios a los textos (hay dos textos de Ana María Shua; el otro paso de ponerlo, aunque está adornado de similares virtudes que el que he copiado). Unos comentarios mayoritariamente elogiosos. Pero elogiosos hasta la exaltación. A mí, que una pijadica como la anterior despierte casi orgasmos en los lectores me resulta sospechoso. Pero en fin, debe ser lo que se lleva; porque una de las comentaristas que se queda boquiabierta ante la insulsez esa de Van Gogh es Patricia Esteban, a la sazón escritora, y además perpetradora a su vez de microrrelatos, como dejó claro hace unas semanas en su propio blog.

De Patricia Esteban no dicen que es la mejor escritora de microrrelatos del mundo, y con razón, porque los suyos son bastante peores que los de Ana María Shua. Pero eso no parece importar a los subsiguientes comentadores, que casi sin excepción se tocan mientras leen las virutillas de la señora Esteban, algunas de las cuales sólo se explican como producto de la autocomplacencia. Es el caso de "Cíclope me mira; guiño un ojo", o "Al fin solos, le dijo la Soga al Cuello". He leído chistes igual de cortos, pero con bastante más gracia. Algo que no parece importarle, por ejemplo, a Juan Casamayor, dueño de la editorial Páginas de Espuma, que muestra una natural predisposición hacia lo micro con un comentario tan baboso como interesado por fichar a la autora (¡córtate un poco, Casamayor, que se te ve el plumero!).

Por lo menos Patricia Esteban tuvo el detalle de publicar un comentario no especialmente favorable que dejé yo en su blog sobre sus relatos. Ya es algo más que Fernando Valls, uno de los santones del microrrelatismo, y uno de los que los defiende hasta la bufonería, que censuró un comentario que dejé sobre uno de sus microprotegidos. No voy a enlazar su blog --en eso he aprendido de otros--, pero lo recomiendo vivamente para todo aquel que quiera encontrar razones suficientes para opinar sobre este micirofenómeno. Yo creo que ya he leído bastante para hacerme una idea, y considero que todo este asunto se limita, efectivamente, a un tema de brevedad. De brevedad de talento, en concreto.

Por cierto, que tal vez me convenga copiar el sistema de Patricia Esteban o Fernando Valls, y moderar los comentarios que el personal deja en este sitio, que me parecen cada vez más extraños y/o excéntricos. Pero de eso, si te parece, hablaré en otro momento, que para algo es hoy el Día del Libro. A ver si me doy una vuelta y compro algo. Algo bien gordo, que me permita de un golpe matar tanto microbio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas a todos.

Pregunto: algo como lo que sigue, ¿no es también un microrrelato?

Y entonces, ¡zas!, le arreó.

Si alguien me responde convincentemente --para sí o para no--, lo tendré presente en mis oraciones.

Por cierto, los que leen estas cosas tan cortitas, ¿serán los mismos que se tragan los tochones de aventuras históricas con templarios y demás?

Quidam L.

Anónimo dijo...

Hola. No voy a responder al anterior pero me apetecería dejar aquí un enlace por si alguien quiere comprobar la inmensa cara dura que tienen algunos de los microcuentistas estos. Desde luego cuentistas sí que lo son, sí. Esto procede de blog ilustre, La Nave de los Locos, creo que es de esos que hay que seguir para estar a la última. Yo no sé cómo pueden admitir tonterías como estas:

http://nalocos.blogspot.com/2009/04/maria-fabiana-calderari.html

¡¡Que ya está bien!!