Conciudadanos todos
he dejado pasar unos prudenciales días para que los ocasionales visitantes de este modesto sitio dejasen a millares sus opiniones laudatorias sobre un poema con el que un generoso comentarista anónimo enriqueció mi gárrula bitácora. Me refiero, claro está, a este comentario, y al poema de Fernando Sarría que contiene. Compruebo sin embargo que el silencio ha sido casi la tónica general, y en cierto modo lo comprendo, ya que los versos copiados (qué digo copiados: ¡donados!) dejarán mudo a cualquiera que tenga una mínima sensibilidad. No obstante, como es de bien nacido el ser agradecido, seré yo quien se tome la molestia (qué digo molestia: ¡placer!) de glosar esa deliciosa muestra de arte.
Lo primero es lo primero: un poema que comienza diciendo "Esperar en la cola de Cohen, ¡somos tantos!" está más allá del bien y del mal. Tamaña delicadeza no tiene parangón ni en El jardín perfumado, ni el Kamasutra, ni siquiera en La pasión turca de Gala. El autor consigue un non plus ultra de la literatura erótica, y hace que los lectores nos preguntemos si los que esperan lo hacen debajo, o subidos encima de la cola de Cohen. Una versión ilustrada del poema seguramente serviría para enderezar (nunca mejor dicho) el entuerto. Yo animo a Fernando Sarría que en una necesaria segunda edición incluya un grabado en el que, por qué no, a la cola también podrían añadirse los cojones de Cohen.
El poema, además, deslumbra por su riqueza rítmica. Tanto que más que poema se lo podría calificar de catálogo de versos, porque los hay de todos los tamaños, con una acentuación que es una sorpresa continua para el lector, que nunca estará seguro dónde caerá la siguiente sílaba tónica. De la rima no hace falta ni acordarse; no la usan los poetas de medio pelo, así que mucho menos un poeta con mayúsculas, como fernando Fernando Sarría. Un poquico de eufonía de cuando en cuando, y arreando.
Pero lo que a mí me parece que hace inmortal a este poema es su vertiginosa versatilidad. No se me escapa que su autor lo ha escrito inspirándose en el reciente concierto que Leonard Cohen dio en Zaragoza (hay quien dice a los amigos: "El otro día fui al concierto de Leonard Cohen", y ya está; otros tienen que escribir un poema para expresar lo mismo que las nueve palabras de la anterior frase). Sin embargo, los versos son de tal naturaleza que valdrían para cualquier otra circunstancia. Comprobémoslo. El original (¡y tanto!) dice:
Pero si cambiamos alguna de las palabras que lo hacen circunstancial, quedaría algo así:
Esperar en la cola de Cohen, ¡somos tantos!,
movidos a una como un álamo en el aire,
- ¿por qué todos los vientos traen otoños aferrados a las nubes? -
preparados para deshacer todas las caricias y rehacerlas de nuevo,
así son los verbos que forjan la trama,
los que hacen de la noche “lo inolvidable”.
Esperar en la fila del Ikea, ¡somos blancos!,
movidos a una como un rábano en el aire,
- ¿por qué vienen tan contentos los labradores? -
preparados para deshacer todas las Letizias y cascarles un huevo,
le pregunté por el precio a la madama,
para hacer de aquella noche “lo inolvidable”.
Como puede observarse, no ha perdido ni un ápice de su fuerza poética, que se mantiene igual de poderosa que en el original. Eso solamente es capaz de hacerlo un poeta con una sensibilidad como Fernando Sarría; un poeta que construye un verso como "Su voz, la de él, es del silencio, la llama en el instante", con ese necesario "la de él", para que ningún lector pigro pueda pensar que está hablando de Juanita Reina.
Por ello, y con esto acabo, anuncio que ya me he puesto en contacto con las oficinas centrales de Google en Mountain View (California) para que modifiquen sus archisecretos algoritmos de búsqueda, de manera que cuando alguien busque "genial obra maestra de la poesía contemporánea escrita con motivo de la visita esa misma semana de un conocido cantante de voz profunda y repleta de versos que valdrían para cualquier otra circunstancia", el resultado único sea este poema de Fernando Sarría, al cual Google redireccionase acompañado de la bonita tonada "Sisters of Mercy". Del mismo modo, también he dado instrucciones de que cuando alguien busque imágenes de "enorme poeta entre muchos", el primer resultado sea una foto del careto de Fernando Sarría.
De nada.